En el desarrolo de las "caminatas" por las calles céntricas de la ciudad, para recolectar las tapitas,nos encontramos con la vida propia que poseen esos espacios transitados. Las calles como lugares y como no lugares, por momentos colapsan de multitudes y de todo tipo de comunicación: sonora, atmoférica, poblacional...Estamos zambulléndonos en el tejido subterráneo de la ciudad. Y con ello todo lo que incluye y excluye su trama, lo que sucede en la periferia del sistema establecido, donde subsisten estos espacios ahuecados que sobreviven en innumerables actores resistiendo, sobreviviendo, forjando otros sistemas la margen: recolectores de basura, los "sin techo", linyeras, cartoneros sustentado familias enteras, como ejemplos ya conocidos de los otros mercados subsistente a lo planificado, a lo legal y socialmente aceptado, asociado a la normatividad de la ciudad y a la "normalidad" y a la "sanidad" del hombre. Esos submundos que realmente son el motor pulsativo del gran sistema de consumo.
Por un instante ficticio y al mismo tiempo real, también somos recolectyores de la urbe, en la mirada de lña gente arrutinada que nos intercepta con desconcierto y rechazo: somos por ese instante recolectores de la basura, actores subalternos y a la vez no lo somos. como la escena teatral, portamos en la propía piel el rostro del otro, la voz negada de lo silenciado. Y sin embargo es un destello de conciencia que no nos pertenece.
Nos apropiamos de ese espacio físico y lo transformamos en lúdico, y de alguna manera nos reapropiamos lo que es de todos: la basura para convertirla en acto creador.
Por un instante ficticio y al mismo tiempo real, también somos recolectyores de la urbe, en la mirada de lña gente arrutinada que nos intercepta con desconcierto y rechazo: somos por ese instante recolectores de la basura, actores subalternos y a la vez no lo somos. como la escena teatral, portamos en la propía piel el rostro del otro, la voz negada de lo silenciado. Y sin embargo es un destello de conciencia que no nos pertenece.
Nos apropiamos de ese espacio físico y lo transformamos en lúdico, y de alguna manera nos reapropiamos lo que es de todos: la basura para convertirla en acto creador.
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